martes, 27 de noviembre de 2012

Ernesto Luis Rodriguez

Ernesto Luis Rodriguez considerado uno de los nombres más destacados de la poesía popular venezolana
Nacido en Zaraza, estado Guárico, el 29 de febrero de 1916, Ernesto Luis Rodríguez es considerado uno de los nombres más importantes de la poesía popular venezolana.
Siente la inquietud de la copla desde muy temprana edad. Al morir su padre abandona la escuela y se traslada a Caracas con apenas doce años y un oficio de cobrador de bicicleta, según lo cuenta en los versos autobiográficos de su “Poema – Testamento”.
Pasado un tiempo, toma la decisión de volver a su Zaraza natal, donde comienza su larga trayectoria al servicio del Estado, desempeñándose en cargos que van desde escribiente y secretario de la Jefatura Civil de su pueblo hasta Senador de la República por el estado Cojedes.

Ya a los 20 años publica su primer poemario titulado Agraz (1936), dedicado a su padre, quien muere muy joven y a quien llama “compañero del mismo itinerario” y a su hermana Elsa, quien falleció siendo una niña de 9 años. A partir de ese momento comienza su incesante labor lírica, la cual se prolonga en obras como Cantares de Tierra Llana (1938); Pasitrote (1948), del cual se han realizado nueve ediciones; El Color de Entonces (sonetos 1957); Arriero (1960); Arriba Capitán, (1971); Ernesto Luis Rodríguez y sus poemas, Obras Completas (1971); Tiempo de volver (1982); La copla infinita (1961) y Desde el Olvido (1995), entre otros.

El compositor Ernesto Luis Rodríguez, autor a sus 18 años de la copla Rosalinda y uno de los nombres más importantes de la poesía popular venezolana, murió el 24 de octubre de 1999, en Caracas.



Una de sus obras mas reconocidas es un poema al que llamo ''Venezuela'':

La gloria como atavío, de Araguaney, la ternura, abre un rosal la cintura y su garganta es un río. La viste un cielo bravío de vivo azul transparente. La mano resplandeciente de libertarios manojos. De Catatumbos los ojos, de Mar Caribe la frente.
 La bruma arriba desvela sus avileños fulgores, y cinta de tres colores sobre los rizos la vuela. Se cubre la piel canela con fino encaje de brisa. Su heroica raza mestiza causa en América asombro. De cordilleras el hombro, de frailejón la sonrisa.
 De medanales el cuello y de Amazonas el talle, la dulce Virgen del Valle le pone lindo el cabello; y en luminoso el destello, Delta Amacuro en la mano, hace que el cielo lejano sobre el atlántico vuelva. Tiene latidos de selva, tiene pulmones de llano. 
El sol lo lleva tatuado sobre bandera y escudo. Brasil le tiende el saludo, Colombia besa el costado. Alzó la fe del pasado bajo consignas ductoras; aman sus tierras sonoras la libertad y el derecho, y tiene luz en el pecho ¡condecorado de auroras!

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