En noviembre de 1884 se celebra en Chicago el IV Congreso de la American Federation of Labor en el que se propuso que a partir del 1º de Mayo de 1886 se obligara a los patronos a respetar la jornada de ocho horas, y si no, se iría a la huelga. Esta proposición se extendería por todo el país norteamericano, en mítines y concentraciones obreras.
Llegado el 1º de Mayo de 1886, los obreros elevaron una sola voz: A partir de hoy, sólo ocho horas diarias; ni una más. Los patronos se negaron, por supuesto; pero los obreros, organizados, paralizaron el país productivo, con más de cinco mil huelgas. Se puede decir que el clamor de 350.000 trabajadores en las calles logró en parte el objetivo, aunque no con la misma rapidez en los distintos centros de trabajo. El éxito recorrió el país, pero en Chicago la cosa fue distinta.
El Chicago Tribune se atrevió a comentar en sus columnas: «El plomo es la mejor alimentación de los huelguistas», y pedía para éstos prisión y trabajos forzados como «la única solución posible a la cuestión social».
Los trabajadores de la fábrica McCormik tenían más de dos meses enfrentados a sus patronos y a los rompehuelgas contratados para tales efectos. El 1º de Mayo de 1886 el choque fue violento. Al día siguiente intervino la policía para dispersar a más de 50.000 manifestantes. El 4 de Mayo se congregaron los obreros frente a la McCormik. Los esquiroles rechazaron la manifestación y hubo 6 muertos y numerosos heridos.
Adolf Fischer, uno de los dirigentes de la huelga, lanzó una proclama que circuló profusamente:
«¡Trabajadores: la guerra de clases ha comenzado. Ayer, frente a la fábrica McCormik se fusiló a los obreros! ¡Su sangre pide venganza!»
Fischer invitaba a un mitin en la Plaza Haymarket, donde los más destacados dirigentes sindicales harían uso de la palabra. Estaban en pleno mitin cuando la policía recibió órdenes de dispersar a los asistentes. De pronto, una bomba estalló cerca de las fuerzas policiales, con un saldo de seis policías muertos.
Esto enardeció más a la policía que atacó despiadadamente con un resultado de 38 muertos y 115 heridos. Condenados algunos dirigentes a muerte el 20 de agosto, fueron ahorcados el 11 de noviembre de 1886.
El 1º de Mayo de 1889, queda instituido el Día Internacional del Trabajador, en la calle Prele de París, durante el Congreso de la Asociación Internacional de Sindicatos Europeos.
En Venezuela se celebra por primera vez en Maracaibo, el 1º de Mayo de 1936. En 1945, el general Medina Angarita, Presidente de Venezuela, establece por decreto el Primero de Mayo como el Día del Trabajador, trasladando su celebración del 24 de julio fijada por López Contreras según decreto del 18 de abril de 1938.
Rómulo Betancourt va más allá. La Junta Revolucionaria de Gobierno, encabezada por él, dicta un decreto el 27 de abril de 1946, en el que considera que en la forma en que fue decretado el Día del Trabajador por el gobierno de Medina Angarita «lejos de beneficiar a los trabajadores y de constituir un reconocimiento a los esfuerzos de éstos, los priva del salario que ha debido acordárseles esa fecha en caso de no realizarse las labores.»
Por lo tanto, «el Primero de Mayo decretado Día del Trabajador se declara feriado y de remuneración obligatoria para los trabajadores en general, incluyendo los que efectúen sus labores en la agricultura y en la cría. Durante esta fecha no podrán efectuarse trabajos en las empresas o establecimientos sometidos a la Ley del Trabajo y al Reglamento del Trabajo en la agricultura y cría. Quedan exceptuadas aquellas labores señaladas especialmente por dichos estatutos legales».
La gran Mayoría de los trabajadores venezolanos pertenecen a sindicatos que a su vez están agrupados en organizaciones sindicales como la CTV, la CUTV, CODESA, la CGT, el NUEVO SINDICALISMO entre otros.
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