martes, 19 de febrero de 2013

Chávez recibe tratamiento en un hospital de Caracas convertido en búnker




Fachada del hospital caraqueño donde está ingresado Chávez. / JUAN BARRETO (AFP)
El Hospital Militar Carlos Arvelo de Caracas guarda desde el domingo el verdadero alcance de la enfermedad del presidente venezolano, Hugo Chávez. Lo conocen los gobernadores chavistas, que ayer asistieron a una reunión con el vicepresidente, Nicolás Maduro, y el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, en la que fueron informados de la evolución del cáncer; lo sabe también el presidente de Bolivia, Evo Morales, que viajó a la capital para tratar de descifrar el secreto mejor guardado del Caribe.
Y lo intentan conocer los partidarios del presidente, que desde el lunes se congregaron cerca del centro de salud para celebrar su regreso. Ayer se retiraron siguiendo órdenes de la alta jerarquía del Partido Socialista Unido de Venezuela, que pidió “respetar el entorno del presidente”. La vigilia se ha trasladado ahora a las plazas Bolívar de Venezuela. 

Según los medios locales, agentes secretos se han incorporado al plantel del hospital para reforzar la seguridad
Situado al oeste de Caracas y muy cerca de los enclaves chavistas más radicales, el centro es una estructura que, como casi todas, exhibe en su fachada una imagen enorme del mandatario acompañada de expresiones como “Revolución, independencia, salud o nada”. En los Gobiernos anteriores solo podían ser atendidos militares activos o retirados, junto a sus familiares. Era una taza de plata en medio de la decadencia del sistema de salud público, pero no era —ni es— una institución especializada en el tratamiento del cáncer.
Chávez integró el centro a uno de sus programas sociales, Barrio Adentro, y desde entonces, los signos de deterioro se han acrecentado. “Y al ampliar el número de pacientes tiene que disminuir la calidad”, agrega el exministro de Defensa Fernando Ochoa Antich.
La llegada de Chávez hizo madrugar a la oposición. Las inesperadas noticias sobre el comandante-presidente siempre suceden en la madrugada. A esa hora fue su puesta de largo, el 4 de febrero de 1992, cuando comandó la intentona golpista contra Carlos Andrés Pérez. Tarde en la noche, el 14 de abril de 2002, regresó a Miraflores después de que militares leales lo repusieran en su cargo tras la asonada encabezada por el empresario Pedro Carmona Estanga. Y regresó a Venezuela, este 18 de febrero, a las 2.30, acompañado por sus familiares cercanos.
Dos horas después, mientras los caraqueños aún dormían, ya estaba en su habitación del Hospital Militar Carlos Arvelo. “Volvió, volvió, volvió!”, escribió el ministro de Información, Ernesto Villegas, en su cuenta de Twitter, casi al mismo tiempo que lo hicieron dos de los principales jerarcas del régimen: Diosdado Cabello y el ministro de Ciencia y Tecnología, yerno también de Chávez, Jorge Arreaza.
Su regreso ha puesto de relieve nuevamente la batalla por la sucesión, un tema que el Gobierno no rehúye. El domingo, el periodista y exvicepresidente José Vicente Rangel citó en su programa de televisión los resultados de una encuesta hecha por la firma Hinterlaces, que asegura que el delfín de Chávez, el vicepresidente Nicolás Maduro, sacaría 14 puntos de ventaja al excandidato presidencial y actual gobernador del estado de Miranda, Henrique Capriles, si ambos llegaran a enfrentarse en las urnas.

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