El 11 de marzo de 1892 se inicia una insurrección armada la Revolución Legalista, dirigida por el general Joaquín Crespo para derrocar al presidente Raimundo Andueza Palacio.
La revolución toma ese nombre, precisamente, porque sus integrantes no estaban de acuerdo con las nuevas reformas a la constitución, propuestas por el gobierno de Andueza Palacio, considerándolas continuistas, porque, entre otras cosas, proponía alargar el período presidencial a cuatro años y los revolucionarios sostenían que se debía nombrar un Consejo de Gobierno para que éste, a su vez, eligiera un Presidente para el próximo bienio, según la Constitución vigente de 1881, conocida como la Constitución Suiza.
El general Crespo sale del hato «El Totumo», en el Estado Guárico, el día 11 de marzo, dando así inicio a la revolución, que rápidamente se propaga por todo el país. El gobierno nombra a Sebastián Casañas, comandante del Ejército para combatir a los insurrectos; fracasa en el intento, provocando crisis en los gubernamentales.
Participaron en la revolución al lado de Crespo, Ramón Guerra, Wenceslao Casado y el «Mocho» Hernández, quien libra un combate en Orocopiche y toma a Ciudad Bolívar el 10 de agosto de ese mismo año.
La revolución llega a su fin el 6 de octubre de 1892, cuando el general Joaquín Crespo, a la cabeza de 10.000 hombres y bajo un torrencial aguacero, entra a la ciudad de Caracas y toma el poder. El triste saldo de esta contienda entre hermanos, según Landaeta Rosales, fue de 4.000 muertos y más de 2.600 heridos.
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