El 11 de Abril de 2002, la derecha venezolana perpetró uno de los ataques más brutales contra el estado de Derecho. Siguiendo un libreto escrito por los estrategas de Washington, los grupos más reaccionarios de la burguesía criolla unieron fuerzas para derrocar al gobierno del presidente, Hugo Chávez.
El empresariado parasitario, politiqueros disfrazados de sindicalistas, la cúpula de la iglesia católica, los meritócratas de la vieja PDVSA y los medios de comunicación convertidos en laboratorios de guerra psicológica y propaganda sucia, se aliaron con el objetivo de aniquilar las instituciones del Estado, retomando a la fuerza el poder que habían perdido por la vía electoral.
Una marcha enfurecida y llena de odio fue manipulada y lanzada contra el Palacio de Miraflores, el cual estaba rodeado por miles de seguidores bolivarianos. Aunque no pudieron llegar a la sede del gobierno, el centro de Caracas se conviertió en el escenario de una batalla campal, cuando entraron en acción los francotiradores al servicio de los golpistas.
Balas asesinas acabaron con la vida de revolucionarios y opositores. La masacre sirvió para justificar el derrocamiento del lider del Ejecutivo. Lo que siguió a la caída del gobierno fue una atroz persecución y un silencio mediático que intentó callar las voces de un pueblo enardecido por semejante injusticia.
El fascismo mostró sus colmillos. La Casa Blanca colocó en el poder a Pedro Carmona Estanga, presidente de la principal organización empresarial, Fedecamaras. Una dictadura de extrema derecha tomo por asalto al país y eliminó, en horas, las instituciones del Estado.
Afortunadamente, el pueblo rebelde y militares apegados al hilo constitucional acabaron con aquella tiranía, antes que se consolidara, devolviendo al comandante Chávez a la presidencia.
Hoy, cuando conmemoramos un nuevo aniversario de la trágica aventura golpista, debemos defender los grandes logros alcanzados por la Revolución Bolivariana, cerrando filas alrededor de nuestro máximo líder y garantizando la continuidad de este proceso histórico, con miras a consolidar el Socialismo como única vía hacia la mayor felicidad del pueblo.
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